domingo, 12 de junio de 2011

Narración incial

 
Durante el tiempo del porfiriato, se realizaron obras importantes en puertos y se construyeron 20,000 kilómetros de vías férreas. Esto con el fin de facilitar el intercambio comercial, no solo con Estados Unidos de América sino también dentro del mismo país entre distintas regiones de México y como medio de control político y militar.
¡Viva Porfirio! gritaba Paquita, aquella muchacha que tanto sufrió al morir sus padres en la guerra, antes de que Díaz llegara a la presidencia de la república. Paquita se juntó con un trabajador de las vías férreas, con este trabajo les llegó tranquilidad y sustento por eso la admiración de la muchacha por su presidente, no obstante al transcurrir los años cambiaría de parecer.

Su marido indígena que había perdido sus tierras, hoy se encontraba en las vías, pero no por mucho tiempo, ya que Don Manuel lo invitó a trabajar como peón en su hacienda, prometiéndole casa, comida y escuela para sus hijos. Lo que no imaginaba la pareja era que en esta época porfiriana, los peones estaban mal pagados, tenían poca libertad y se veían obligados a gastar el poco dinero que ganaban en las tiendas de raya, que eran de los propios patrones y que vendían todo más caro. Al endeudarse en estas tiendas, los peones tenían que seguir trabajando para el mismo patrón, aunque los tratara mal. En algunas ocasiones los peones eran tratados casi como esclavos.

La ilusión del bienestar fue lo que llegó primero a los habitantes, no se imaginaron en el costo humano tan alto que se pagaría para que la economía mexicana se desarrollara. Las haciendas y latifundios eran fuertes, fluía dinero pero no para todos, ricos muy ricos, pobres muy pobres. Aunque sabemos que en el Porfiriato se desarrolló la clase media de profesionales y empleados públicos;
las injusticias y el maltrato para los más desprotegidos no desaparecieron, los pobres peones se hacían cada vez más pobres. 

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